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Mi esposo siempre tuvo problemas de salud muy fuertes. Chocó y dejó de caminar un rato. Teníamos como 21 años. De ahí empezaron sus malas cosas de salud. Luego se recuperó y siguió trabajando. [Él] siempre se dedicó al taxi. Aparte, tenía un negocio de venta de hielo en barra y agua embotellada, de garrafón.
Yo era bibliotecaria. Pertenecíamos a Miacatlán, pero la biblioteca estaba en mi pueblo [Coatetelco]. Mi hijo y mi hija, la chiquita, que todavía era soltera, vivían con nosotros. Esa era nuestra vida normal antes de las tragedias.
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